Por: Anhy Durley González Durán
Se preserva el legado del primer sacerdote católico indígena de la comunidad Nasa, Álvaro Ulcué Chocué, nacido el 16 de julio de 1943 en el resguardo indígena Pueblo Nuevo en Caldono (Cauca), cuya defensa por los desfavorecidos lo llevaba en los genes, hijo de María Soledad Chocué Peña y del gobernador del Cabildo, José Domingo Ulcué (nasaacin.org, su palabra vive), experimentó el amor por los suyos en la humildad y la pobreza.
Ordenado el 10 de julio de 1973 en Popayán, celebró su primera Eucaristía en Pueblo Nuevo; cumpliendo las escrituras: “En el seminario comenzamos 62 y sólo llegamos al altar, Tomás Mina (un negro), Joel Ortiz (un campesino) y yo (un indígena). Así se cumple aquello que Dios elige a los humildes para confundir a los fuertes.”[1]
Como primer párroco indígena en Colombia, explicó la necesidad de que los indígenas, las comunidades negras y todos los grupos marginados se preparen y tengan sus propios sacerdotes, maestros y médicos. Ulcué Chocué siempre manifestó su inconformidad con el sistema estatal con frases como:[2]
“El Gobierno siempre se pone de parte de los poderosos defendiendo sus intereses, pero los intereses de los pobres los tiene que defender la propia comunidad organizada”.
“Que el niño analice, que no trague todo. Enséñeles a leer y no a firmar su propia suerte. Aprender a leer, atreverse a pensar es empezar a luchar. Sólo es libre el que sabe a dónde va”; su memoria se revive en el fondo que en Facebook lleva su nombre.
“La verdad es que cuando la llaga es ajena no se siente, pero cuando es propia duele mucho”.
“Invito a los cristianos y a los demás compañeros indígenas para que levantemos nuestra voz de protesta y condenemos estos hechos como contrarios a la Ley de Dios”.
Álvaro Ulcué Chocué fue un indígena que defendió el derecho a la recuperación de la tierra para los Nasas, que despojados los confinaron a la pobreza. Lo que lo llevó desde 1980 a una persecución en su contra, amenazado y calumniado por los grandes propietarios de las tierras, por las fuerzas militares y de policía.
Sus palabras sobre la parcialidad de las autoridades le salían de la dolorosa experiencia, pues en 1982 en la lucha por las tierras arrebatadas a los Nasa por los grandes terratenientes, la policía atacó a los indígenas, asesinando a una de sus hermanas, a su tío y a dos indígenas más e hirió a su papá; la tragedia familiar provocó la muerte de la bebé huérfana y le sobrevivieron sus 3 hermanos.
A finales de 1982, las Comunidades y Grupos Cristianos del Cauca publicaron un comunicado a la opinión pública, en el cual denunciaron la escalada de amenazas contra Álvaro. Afirmaban que "los terratenientes le han puesto precio a su vida, y sólo el amor de quienes lo rodean lo ha salvado de ser uno más de los impunemente desaparecidos".
En 1984 la comunidad Nasa entró a recuperar el territorio de la Hacienda López Adentro, que era parte del Resguardo de Corinto establecido en la época colonial, las autoridades del lado de los despojadores poderosos, le costó la vida a 5 indígenas, entre ellos una niña de 7 años; aunque se recuperaron las tierras, fue acusado de promover invasiones de tierras y se defendió, explicando los derechos de los indígenas a la tierra y el carácter legal de las luchas por recuperar los Resguardos.
El 9 de noviembre de 1984 fuerzas de la Policía y el Ejército en defensa de los terratenientes de “López Adentro”, quemaron las viviendas de 150 familias indígenas y con maquinaria destruyeron 300 hectáreas de sus cultivos.
El 10 de noviembre de 1984, el sacerdote Álvaro Ulcué Chocué fue atacado a bala por dos sicarios que se movilizaban en motocicleta, quienes regresaron para rematarlo, murió el hombre y nació el mártir, la figura de Ulcué sigue viva en la lucha por la organización, la autonomía y el territorio indígena.
Años después, la historia del despojo y los genocidios en manos de paramilitares, provocó el pronunciamiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que exigió al gobierno colombiano una reparación social, económica, cultural y ambiental a los indígenas.[3]
El 14 de agosto de 1996, el Instituto Colombiano de Reforma Agraria, Incora, reconstituyó el resguardo de Corinto, incluyendo dentro de él el predio de López Adentro.
Décadas después, ahora en el Valle del Cauca otro presbítero, el Arzobispo de la Arquidiócesis de Cali, Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía, oriundo de Valparaíso, Antioquia, nacido el 15 de marzo de 1948 denuncia la muerte de líderes sociales y la defensa por los Acuerdos de Paz, es víctima de peligrosos señalamientos que ponen en riesgo su vida. Hace parte de un grupo de obispos comprometidos por la Paz.[4]
Desde la misma iglesia católica el nuncio apostólico o embajador de la Santa Sede en Colombia, decidió reprenderlo por sus denuncias sobre la violencia, convertida en genocidio; Monseñor en respuesta, reiteró su perspectiva en conversación con Noticias Uno, quedando registrada la nota bajo el título “Arzobispo Monsalve persiste en críticas a gobierno por su actitud negativa frente a Acuerdo de Paz”
Amenazado y calumniado, la historia se repite; sin embargo, el compromiso del Arzobispo por la paz y la fe cristiana valientemente continua y ha suscitado el apoyo de diversas comunidades, como “Coalición de Movimientos y Organizaciones Sociales de Colombia”[5] y la “Red de Derechos Humanos del Occidente”,[6] entre otros; sus denuncias le ha traído enemigos; los mismos enemigos de la paz, a quienes por diversos motivos les convienen mantener vivo el conflicto armado.
[1] Wikipedia
[3] https://porlatierra.org/casos/86/naturaleza
[4] https://www.cinep.org.co/Home2/component/k2/809-monsenor-dario-monsalve-un-artesano-de-la-paz.html
[5] Comunicado Público de Apoyo Monseñor Darío De Jesús Monsalve M.
